(En capítulos
anteriores)
Me levanté temprano, le hice el desayuno y le
dejé una nota en la bandeja, yo tenía que llegar antes que ella al apartamento,
así que me cogí el coche y llegué rápido al apartamento.
(Narra Marta)
Sentí el ruido
de un coche salir de casa, y ese fue el causante de que mi bonito sueño
acabase. Miré hacía mi lado derecho para darle un beso de buenos días a mi
irlandés, pero para sorpresa mía no estaba; en su lugar había una pequeña nota.
La cual decía:
“Buenos
días pequeña, ¿habrás descansado bien, no? Te recuerdo que hoy te espera un
largo día junto a tu irlandés favorito. Baja abajo, que tienes un delicioso
desayuno esperándote, y no te dejes nada eh, que te conozco, hay que empezar el
día con fuerza. Un taxi te espera a fuera para llevarte al sitio indicado. No
me hagas esperar mucho. Te quiere, Nialler xx.”
¿Cómo he
podido tener tanta suerte? Esa ha sido mi pregunta desde el primer día que
comencé a salir con éste chico tan adorable, y creo que nunca dejaré de
repetírmela. He tenido mucha suerte.
Con una enorme
sonrisa en la cara bajé abajo. Allí estaba un enorme desayuno, del tamaño del
que se los come Niall Horan, o sea, algo imposible para mí.
Intenté
comerme la mayor parte del desayuno mientras veía la tele. Nada más terminar me
vestí y me puse algo de maquillaje. Rápidamente salí afuera, y monté en el
taxi.
-Buenos días.
– dije dedicándole una grata sonrisa al taxista.
-Buenos días
señorita. – dijo él devolviéndomela a mí.
Después de
unos diez minutos llegamos al lugar indicado.
-Llame al 3ºA,
me dijo Niall que se lo dijese. – dijo el taxista.
-Muchas
gracias, adiós. – dije saliendo del taxi.
Dejé pulsar mi
dedo un par de veces sobre el timbre del apartamento indicado. Después de unos
breves instantes se abrió la puerta, subí arriba y justo en la puerta indicada
había un ramo de flores junto a una nueva nota, la que decía:
“Ya te echaba
de menos pequeña. Espero que te hayan gustado las rosas. Entra y empieza a disfrutar
de éste gran día.”
Sin pensarlo
dos veces, empujé la puerta para así entrar. Las luces de todo el apartamento
estaban apagadas, lograba ver gracias al bonito pasillo de velas que habría
preparado Niall y sentí como el dulce olor de mi pequeño invadía todo aquél
apartamento.
Decidí seguir
el recorrido de las velas, hasta así llegar a una habitación, que por cierto
también muy bien decorada. Pero no encontraba a mi irlandés. Fui a otra
habitación, y así hasta que llegué a la última puerta, la cual era un precioso
balcón, pero tampoco aquí estaba Niall.
Me quedé impresionada
al ver las vistas de éste balcón, me atrajeron demasiado. Sin siquiera darme
cuenta habían pasado diez minutos en este balcón mirando aquellas vistas y no
me había dado cuenta.
Fui a salir del balcón, pero me tropecé con alguien, sí,
era él.
-Te quiero. –
dije abrazándome a él.
-Yo mucho más
pequeña. – dijo acariciando suavemente mi espalda con sus manos.
Se separó unos
centímetros de mí, así haciendo que nuestras miradas chocasen. Esa mirada que
me hacía sentir tantas cosas, pero no era capaz de expresarlas. Posó su mano
derecha con delicadeza en mi mejilla izquierda, y lo mismo hizo con su mano de
izquierda en mi mejilla derecha. Nuestros labios cada vez estaban más cerca,
escasos milímetros nos separaban, nuestras narices chocaban entre ellas, él
sentía cómo mi corazón iba a mil por hora y yo sentía el suyo igual, sentía su
respiración agitada. De vez en cuando se mordía el labio, cosa que hacía que mi
corazón fuese aún más rápido. Al fin nuestros labios se unieron. Nuestras
lenguas chocaron. Un beso inigualable. Un beso único. Mi lengua jugueteaba
dentro de su boca con la suya. Me mordió el labio con delicadeza. Y después de un
largo rato besándonos, tuvimos que separarnos por falta de aire.
Sin decir palabra alguna, me cogió en peso y
me llevó a la primera habitación en la que entré. Sin duda alguna la más
bonita.
Allí me dejó caer sobre la cama. Él se tiró encima
de mí, con cuidado de no hacerme ningún daño. Entre beso y beso, logró quitarme
la camiseta. La química que teníamos era extraordinaria. Con su ayuda conseguí
quitarle la camiseta a él. Así poco a poco hasta quedar completamente desnudos.
Entre nosotros ya no existía la timidez ni nada por el estilo, confiábamos plenamente
el uno en el otro, sinceramente él es en la persona en la que más confío.
Ahora la tensión entre los dos aumentaba. El
roce de la piel de uno con la del otro. La delicadeza con la que nos
acariciábamos el uno al otro. Hasta que justo en el momento menos indicado sonó
su teléfono móvil.
-¡Mierda! – soltó Niall disgustado.
-¿No piensas cogerlo? – pregunté.
-Ahora únicamente soy tuyo, sin ningún tipo de
interrupciones. – dijo volviendo a besarme de la misma manera de la que lo
estaba haciendo justo antes de que llamasen al teléfono móvil.
Esta vez no hubo ninguna interrupción. Solté
un pequeño gemido, y así uno tras otro.
-Te quiero más a que nadie. – susurró en mi
oído mientras besaba mi cuello.
Después de un rato en la habitación, nos
fuimos al jacuzzi que había en el balcón.
No calculé el tiempo, pero más o menos nos
llevamos una hora sin parar de besarnos en el jacuzzi, sin apenas a ver cruzado
palabra entre uno y otro. Hoy era un día especial. No podía separar mi cuerpo
del suyo, mis labios de los suyos, mi mirada de la suya. Hoy sentía que lo
quería más que ningún otro día. Aunque pensaba que más de lo que ya lo quería
era imposible querer a alguien. Pues para mi sorpresa era posible. Lo que no
era posible, era querer a una persona más de lo que le quiero a él. Éste
sentimiento que sentía dentro de mí, era más fuerte que ninguno, era mágico y
no podría vivir sin ese sentimiento, más que nada, no podría vivir sin él.
En éste momento, simplemente estábamos
abrazados el uno al otro mirando aquellas bonitas vistas, las cuales me había
enamorado horas antes.
Me fijé en él. Su mirada fija en el horizonte.
Pensando. Pero, ¿qué estaría pensando? Muchas veces me hubiese gustado leerle
el pensamiento. Saber que piensa. Pero es algo imposible.
Reí para mis adentros al pensar algunas cosas
de las que podría estar pensando en estos momentos. Para que mentir, eran
bastante absurdas. Mejor ni decirlas. Mi risa fue la causante de que mi pequeño
Niall dejará de mirar aquellas bonitas vistas y se fijase en mí.
Me miró, me sonrío, y me acarició mi mejilla.
Yo me acomodé en su pecho mientras él acariciaba mi cabello. Empezamos a hablar
de tonterías, de él, de mí, de nuestros futuros hijos, de muchas cosas.
En un rato decidimos salirnos. Eran las cuatro
de la tarde y todavía ni siquiera habíamos comido.
Nos dimos juntos una ducha y luego nos pusimos
algo cómodo.
Entre los dos estuvimos preparando unos
deliciosos macarrones, que comimos con muchas ganas acompañados de un vino.
Nada más terminar de comer, decidimos
descansar un poco en la cama. Niall se tumbó, y yo me acurruqué en su pecho.
Poco después escuchamos de nuevo sonar el
teléfono móvil de Niall, pero no le dio tiempo a contestar. Justo cuando se
levantó a cogerlo, ya habían colgado.
Se tumbó de nuevo junto a mí y se dispuso a desbloquear
el teléfono móvil.
-¡Mierda! Tengo 28 llamadas perdidas. – dijo impresionado.
Yo me dirigí a coger también mi teléfono
móvil.
-A mí también me han llamado. Tengo 26
llamadas perdidas, todas de las chicas. – añadí yo.
-Las mías son de los chicos. – me respondió.
-¿Crees que habrá pasado algo? – le pregunté
bastante preocupada.
-Voy a llamar. – dijo mientras me hacía una
señal para que me tumbase de nuevo junto a él.
Mientras él llamaba, yo estaba sumergida en
mis pensamientos. Comiéndome la cabeza pensando que podría haber pasado. Los
chicos sabían que hoy pasaríamos el día juntos fuera. Y si no fuese algo realmente
importante no hubiesen llamado.
(Narra Niall)
Después de un par de pitidos Liam contestó a
mi llamada.
-Tío, ¿ha pasado algo? Es que me he encontrado
28 llamadas perdidas y Marta otras 26, y nos hemos asustado. – le comenté.
-Sí, Niall. No queríamos molestaros, pero esto
es realmente urgente.
-¿Qué ha pasado? – dije sin dejarle terminar.
-Creo que deberías de venir a casa, prefiero
explicártelo en persona.
-¿Es muy urgente?
-Solo te puedo decir que Harry ahora mismo
necesita nuestro apoyo.
-¿Le ha pasado algo?
-Ven Niall, rápido.
-De acuerdo, llegaré lo antes que pueda. –
dije, y seguidamente finalicé la llamada.
-Niall, ¿qué ha pasado? – preguntó Marta mucho
más preocupada esta vez.
-Tenemos que volver a casa, ha pasado algo, no
sé el qué.
Rápidamente salimos del apartamento y montamos
en el coche para minutos después llegar a casa y encontrarnos con un equipo médico
en casa de Harry y dos ambulancias a fuera.
HOLIS. Por fin tenéis el esperado capítulo 38.
Espero que os haya gustado chicas.
Como siempre os digo PERDÓN, sí, lo sé tardó
mucho en subir, soy una tortuga escribiendo, pero no tengo tiempo, tercero es
una mierda.
MUCHÍSIMAS GRACIAS a todas las lectoras que seguís leyendo la
novela desde el principio y claro está que también a las nuevas.
Bueno si queréis siguiente pronto dejad
comentarios aquí abajo en el blog diciéndome como os ha parecido éste capítulo
y que podría mejorar, no sé algo. Muchas gracias.
Os quiero xx.